Prevención de caídas en personas mayores: primeros pasos para entender y evitar el riesgo.
Resumen
Las caídas son un problema de salud importante entre las personas mayores de 65 años. No solo son comunes, sino que también pueden tener consecuencias graves, como fracturas, pérdida de independencia, e incluso mortalidad. A través de este artículo, exploraremos por qué ocurren las caídas, los datos más relevantes, qué dice la ciencia sobre su prevención y cómo podemos actuar desde ya para reducir el riesgo: calcular tu índice de fragilidad . Este es el primer paso para entender y prevenir un problema que afecta a millones de personas mayores cada año.
Hola, soy Dani Puchades, y quiero hablarte de algo fundamental para tu salud y bienestar a largo plazo: la prevención de caídas. Las caídas son una de las principales causas de lesiones graves en personas mayores de 65 años, pero lo más importante que debes saber es que no son inevitables. Con el enfoque adecuado, podemos reducir significativamente el riesgo de caídas y sus graves consecuencias.
En este primer artículo sobre prevención de caídas, me centraré en los aspectos básicos, que son clave para que comprendas cómo prevenirlas y qué puedes hacer para protegerte. ¡Vamos allá!
¿Qué son las caídas?
Una caída es un evento inesperado en el que una persona pierde el equilibrio y termina en el suelo o en un nivel inferior al que estaba. Las caídas pueden ocurrir en casa, en la calle o en cualquier lugar, y generalmente suceden sin que la persona lo espere.
Para mí, las caídas son un indicador de fragilidad en las personas mayores.
Las caídas nos dan una señal de que nuestro cuerpo necesita atención y cuidado. La fragilidad se refiere a una mayor vulnerabilidad ante las lesiones y la pérdida de independencia. Sin embargo, lo bueno es que con una intervención adecuada, las caídas pueden prevenirse y controlarse.
¿Por qué ocurren las caídas?
Las caídas no son el resultado de un único factor; suelen ser el resultado de una combinación de varios. A medida que envejecemos, el cuerpo sufre una serie de cambios que afectan nuestra capacidad de movernos y mantener el equilibrio. Algunos de los factores más comunes que aumentan el riesgo de caídas son:
Pérdida de fuerza muscular y equilibrio: A partir de los 50 años, la masa muscular comienza a disminuir de forma progresiva (sarcopenia), lo que afecta a nuestra estabilidad y capacidad para mantenernos en pie, especialmente en situaciones de desequilibrio.
Problemas visuales y auditivos: Con el paso del tiempo, tanto la vista como el oído pueden deteriorarse, lo que nos dificulta detectar obstáculos o percibir cambios en el entorno.
Efectos secundarios de medicamentos: Muchas personas mayores toman múltiples medicamentos, algunos de los cuales pueden causar mareos, somnolencia o afectar la coordinación.
Enfermedades crónicas y deterioro neurológico: Condiciones como la artritis, el Parkinson o el deterioro cognitivo pueden afectar la movilidad y el equilibrio, aumentando el riesgo de caídas.
Entorno peligroso: Las condiciones del hogar, como alfombras sueltas, mala iluminación, suelos resbaladizos o la falta de barras de apoyo en baños, son causas comunes de accidentes por caídas.
¿Qué dice la ciencia sobre la prevención de caídas?
La ciencia respalda con claridad que las caídas pueden prevenirse mediante la implementación de estrategias específicas. Los estudios demuestran que los programas de ejercicio enfocados en mejorar la fuerza muscular y el equilibrio son altamente efectivos. Un meta-análisis publicado en The Cochrane Database confirma que estos programas pueden reducir el riesgo de caídas hasta en un 30%.
El ejercicio regular, especialmente el entrenamiento de fuerza y equilibrio, mejora la capacidad del cuerpo para mantenerse estable y reaccionar ante desequilibrios. Estos programas, combinados con la revisión de medicamentos y la adaptación del entorno (mejoras en la iluminación, instalación de barras de apoyo, etc.), son la base de la prevención.
Para entender la magnitud del problema, es esencial revisar algunos datos relevantes:
Aproximadamente, uno de cada tres adultos mayores de 65 años sufre una caída cada año, y el riesgo aumenta significativamente con la edad. En personas mayores de 80 años, casi el 50% experimenta caídas. (Referencia 1).
Las caídas son la segunda causa principal de muerte accidental en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). (Referencia 2).
El 20% de las caídas en personas mayores resulta en lesiones graves, como fracturas, principalmente en la cadera, muñeca y tobillo. Estas lesiones pueden llevar a hospitalizaciones prolongadas y a una pérdida significativa de la independencia. (Referencia 3).
El 30% de las personas mayores que sufren una fractura de cadera fallecen dentro del año siguiente a la caída, debido a complicaciones derivadas de la inmovilidad y la cirugía. (Referencia 4).
Las caídas no solo tienen un impacto físico, sino también psicológico. Un porcentaje considerable de las personas mayores que han caído desarrollan un miedo a caer nuevamente, lo que limita su movilidad y reduce su calidad de vida. (Referencia 5).
¿Cómo puedes prevenir tus caídas fácilmente?
Prevenir caídas no se trata simplemente de seguir una lista de recomendaciones generales como hacer ejercicio, revisar tus medicamentos o adaptar tu entorno, aunque todos estos elementos son importantes. Lo esencial, desde nuestro enfoque, es comprender el ciclo de las caídas. Para poder abordarlas de manera efectiva, primero debemos estructurar el problema y entender por qué ocurren las caídas, qué etapas existen en este proceso, y cómo cada fase necesita soluciones específicas.
El ciclo de las caídas no es solo una cuestión física, sino también una experiencia emocional y ambiental. Las caídas están influenciadas por una serie de factores interrelacionados que van desde nuestra capacidad física hasta el entorno en el que nos movemos y nuestras emociones tras un incidente. Para prevenirlas adecuadamente, debemos desmenuzar cada paso del ciclo y ver cómo esos factores se pueden ajustar a nuestra realidad personal, en lugar de aplicar soluciones genéricas.
Lo primero: el ciclo de caídas.
El ciclo de las caídas se puede dividir en varias fases, y en los próximos artículos iremos desglosando cada una de ellas para que entiendas en profundidad qué acciones puedes tomar:
Por qué nos caemos: Esta fase es fundamental porque identifica los factores de riesgo. Saber qué te hace más propenso a una caída es clave. No se trata solo de estar físicamente preparado, sino también de conocer los aspectos de tu entorno y tus propias limitaciones que podrían influir.
Cómo evitar una caída: Aquí es donde las soluciones se vuelven más concretas. Adaptar tu cuerpo, tu entorno y tu mente a un estado que reduzca al mínimo los riesgos de una caída. No es solo sobre ejercicio, sino sobre prepararte mentalmente y ajustar tu día a día para evitar riesgos innecesarios.
Qué hacer durante una caída: ¿Sabías que hay formas de minimizar el impacto cuando te estás cayendo? La reacción instintiva puede empeorar la situación, por lo que aprender a caer de forma segura es una herramienta clave para reducir lesiones.
Qué hacer después de una caída: El impacto psicológico y físico tras una caída es crucial para determinar cómo te recuperarás. En esta fase, entenderás cómo evaluar tus lesiones y cómo gestionar el miedo para evitar un deterioro emocional o físico que aumente el riesgo de futuras caídas.
Cómo levantarse del suelo: Levantarse de una caída no siempre es fácil, pero hay técnicas específicas que pueden ayudarte a hacerlo de manera segura sin causar más daño. Esta es una parte del ciclo que no se suele tener en cuenta hasta que es demasiado tarde.
Cómo superar el miedo a caer: Una de las consecuencias más limitantes de una caída es el miedo que viene después. Este miedo puede reducir tu movilidad, aislarte socialmente y aumentar tu vulnerabilidad. Aquí aprenderás cómo retomar la confianza en ti mismo y en tu entorno.
Solo después de entender cada una de estas fases y cómo se interrelacionan, puedes empezar a implementar soluciones prácticas adaptadas a tu situación personal. No se trata solo de decir «haz ejercicio» o «adapta tu entorno», sino de hacer todo eso en el momento adecuado, con una estrategia personalizada y con la conciencia de que cada paso del ciclo de las caídas necesita su propia atención y cuidado.
Mi objetivo es que comprendas el ciclo por completo, y desde ahí, puedas actuar de manera más específica, aplicando soluciones concretas que te permitan prevenir y superar las caídas.
Lo segundo: conocerte.
Una vez que hemos comprendido qué es una caída, por qué ocurren y hemos visto algunos datos relevantes, es momento de enfocarnos en el planteamiento preventivo. Es importante tener claro que, para prevenir las caídas, no solo necesitamos conocer los riesgos, sino también cómo estamos en este momento y qué debemos mejorar.
El segundo paso en este camino es evaluar nuestro estado actual. Aquí es donde entra en juego el concepto del Índice de Fragilidad de Fried. Este índice nos ofrece una visión general de cómo se encuentra nuestro cuerpo en aspectos fundamentales como la fuerza, la actividad física y la resistencia. Es la segunda parada en nuestro aprendizaje para prevenir caídas, ya que nos permite identificar si existe fragilidad y en qué áreas debemos trabajar.
¿Qué es el Índice de Fragilidad de Fried?
El Índice de Fragilidad de Fried, también conocido como Fenotipo de Fragilidad de Fried, es una forma sencilla de medir la fragilidad en las personas mayores.
La fragilidad es un estado en el que nuestro cuerpo se vuelve más vulnerable y menos capaz de enfrentar ciertas situaciones, como enfermedades, caídas o pérdidas de energía.
A medida que envejecemos, es natural que algunos cambios ocurran en nuestro cuerpo, pero entender la fragilidad nos permite cuidarnos mejor y mantenernos activos y saludables.
¿Cómo se mide la fragilidad?
El Índice de Fragilidad de Fried se basa en cinco aspectos importantes que pueden indicar si estamos en un estado de fragilidad. Estos aspectos son:
Pérdida de peso involuntaria: Si hemos perdido peso sin querer en el último año, puede ser una señal de que nuestro cuerpo está debilitándose. La pérdida de peso puede estar relacionada con cambios en el apetito, problemas de salud o pérdida de masa muscular.
Debilidad muscular: Evaluamos la fuerza de las manos usando un aparato llamado dinamómetro, que mide qué tan fuerte podemos apretar. La fuerza en nuestras manos nos da una idea de cómo está nuestra fuerza muscular en general.
Baja actividad física: Es importante mantenerse activos a lo largo de la vida. Si no realizamos actividades como caminar, hacer tareas ligeras o ejercicios simples, nuestro cuerpo se debilita, y eso puede llevarnos a ser más vulnerables.
Sensación de agotamiento: Sentirse cansado con frecuencia o tener la sensación de que cualquier cosa que hacemos nos agota puede ser un signo de que nuestro cuerpo necesita atención y cuidado.
Lentitud al caminar: La velocidad al caminar es un buen indicador de nuestra salud general. Si caminamos muy despacio o con dificultad, puede ser una señal de que nuestra movilidad y equilibrio están siendo afectados.
¿Cómo calcular Índice de Fragilidad de Fried?
A continuación, te explico cómo realizar cada uno, cuál es su objetivo y qué significa cada resultado.
1. Pérdida de peso involuntaria.
Objetivo: Detectar si ha habido pérdida de peso sin querer, lo cual puede ser un signo de debilidad o problemas de salud.
Cómo hacerlo: Pregunta directamente: ¿Has perdido más del 5% de su peso corporal en el último año sin proponérselo o sin estar a dieta?.
Criterio positivo: Si la persona ha perdido más del 5% de su peso corporal en el último año sin una razón aparente. Ejemplo: Si antes pesaba 70 kg y ahora pesa menos de 66.5 kg, sería un criterio positivo.
2. Debilidad muscular
Objetivo: Evaluar la fuerza de las manos, ya que esto nos da una idea de la fuerza muscular en general.
Cómo hacerlo; Prueba: Prensión de agarre manual con dinamómetro de mano. Instrucción: La persona debe apretar el dinamómetro con la mayor fuerza posible tres veces, y se calcula la media (el promedio) de esas tres mediciones.
Criterio positivo: Si la fuerza media de presión está por debajo del nivel que se considera normal para su género y peso (esto se compara con tablas de referencia). Ejemplo: Para una mujer mayor con un IMC de 25, se considera baja fuerza si la presión es menor de 17 kg.
3. Baja actividad física.
- Objetivo: Saber si la persona realiza actividades físicas de manera habitual.
- Cómo hacerlo: Haz preguntas directas sobre la actividad diaria: ¿Realiza alguna actividad física como caminar, hacer tareas domésticas, o hacer ejercicio ligero de forma regular?.
- Criterio positivo: Si la persona realiza muy poca actividad física (por ejemplo, menos de 150 minutos de actividad leve a moderada por semana).
4. Sensación de agotamiento.
- Objetivo: Evaluar si la persona se siente cansada con frecuencia, lo cual puede ser una señal de baja energía y problemas de salud.
- Cómo hacerlo: Pregunta cómo se ha sentido en la última semana. Pregunta 1: ¿Con qué frecuencia en la última semana ha sentido que todo lo que hace le cuesta mucho esfuerzo? (Rara vez o nunca, a veces, frecuentemente, siempre). Pregunta 2: ¿Con qué frecuencia en la última semana ha sentido que no podía seguir adelante? (Rara vez o nunca, a veces, frecuentemente, siempre)
- Criterio positivo: Si la persona responde «frecuentemente» o «siempre» a cualquiera de las dos preguntas.
5. Lentitud al caminar adaptado.
- Objetivo: Medir la distancia al caminar como un indicador de la movilidad.
- Cómo hacerlo. Prueba: Test de marcha de 6 minutos para calcular la distancia máxima que puede recorrer.
- Criterio positivo: Si la distancia es menor al nivel normal para su género (comparado con tablas de referencia).
¿Cómo evaluar resultados?
Después de evaluar estos cinco aspectos, podemos determinar si la persona se encuentra en un estado de fragilidad. Aquí te explico cómo interpretar los resultados:
- Robusto: La persona no presenta ningún criterio positivo. Esto significa que su salud y su fuerza se mantienen en buen estado.
- Pre-frágil: La persona presenta 1 o 2 criterios positivos. Esto indica que hay algunas áreas en las que su cuerpo está más vulnerable, y es importante trabajar en ellas.
- Frágil: La persona presenta 3 o más criterios positivos. Esto significa que es más probable que tenga complicaciones como caídas, pérdida de fuerza y problemas de movilidad.
Entendiendo los criterios positivos.
Tener un criterio positivo significa que hay un área específica en la que el cuerpo necesita más apoyo y atención. Cada una de estas áreas nos dice algo específico sobre cómo estamos y en qué aspectos podemos mejorar para mantenernos fuertes y seguros. A continuación, te explico el significado de cada área y por qué es importante.
1. Pérdida de peso involuntaria.
- ¿Qué significa?: La pérdida de peso involuntaria puede ser una señal de que el cuerpo no está recibiendo los nutrientes suficientes o que hay una pérdida de masa muscular. Esto puede suceder debido a problemas de salud, falta de apetito o cambios en la digestión.
- ¿Por qué es importante?: Mantener un peso estable y saludable es clave para tener energía y mantener la fuerza en los músculos y huesos. Si hay pérdida de peso sin una razón clara, es importante buscar ayuda médica y ajustar la dieta.
2. Debilidad muscular.
- ¿Qué significa?: La fuerza de nuestras manos nos da una idea de la fuerza general de nuestros músculos. Una debilidad en el agarre puede indicar que los músculos están perdiendo fuerza, lo cual afecta nuestra capacidad para hacer actividades diarias como levantarnos de una silla o cargar objetos.
- ¿Por qué es importante?: Tener músculos fuertes es esencial para mantener la movilidad y la independencia. Si se detecta debilidad, podemos realizar ejercicios de fuerza para recuperar y mejorar la musculatura.
3. Baja actividad física.
- ¿Qué significa?: La actividad física diaria es fundamental para mantener nuestros músculos, huesos y corazón en buen estado. Una vida sedentaria puede llevar a un debilitamiento del cuerpo y un aumento en el riesgo de caídas o enfermedades.
- ¿Por qué es importante?: Realizar actividades como caminar, hacer tareas domésticas o ejercicios ligeros ayuda a mantenernos activos y en forma. Si identificamos un nivel bajo de actividad, es hora de incorporar movimientos sencillos a nuestra rutina diaria.
4. Sensación de agotamiento.
- ¿Qué significa?: Sentirse agotado o cansado frecuentemente puede ser una señal de que el cuerpo no está funcionando de manera óptima. Esto puede deberse a problemas de salud, falta de ejercicio, estrés o una dieta inadecuada.
- ¿Por qué es importante?: Sentirse con energía es clave para realizar nuestras actividades diarias y disfrutar de una buena calidad de vida. Si nos sentimos cansados la mayor parte del tiempo, es importante revisar nuestros hábitos de sueño, alimentación y nivel de actividad.
5. Lentitud al caminar.
- ¿Qué significa?: La velocidad al caminar refleja nuestra salud general y nuestra capacidad para movernos de manera segura. Caminar muy despacio o con dificultad puede ser una señal de problemas de equilibrio, fuerza muscular o movilidad.
- ¿Por qué es importante?: Mantener una buena velocidad al caminar nos ayuda a movernos con seguridad y autonomía. Si detectamos lentitud, podemos trabajar ejercicios de equilibrio y fuerza para mejorar nuestra movilidad.
Cada una de estas áreas nos da información sobre el estado de nuestro cuerpo. Tener uno o más criterios positivos significa que hay aspectos específicos en los que necesitamos poner más atención y apoyo. Esto no es algo negativo, sino una oportunidad para cuidar nuestra salud de manera más efectiva.
El primer paso es reconocer dónde estamos. Luego, podemos tomar medidas para mejorar cada área con ejercicios, ajustes en la dieta, chequeos médicos y cambios en nuestra rutina diaria. La fragilidad no es una debilidad permanente; con el apoyo adecuado, podemos recuperar fuerza, energía y movilidad para vivir una vida activa y plena.
Para cerrar…
Las caídas no son una parte inevitable del envejecimiento, y con las estrategias adecuadas, es posible reducir significativamente el riesgo. La clave está en actuar de manera proactiva, tomando medidas que no solo prevengan las caídas, sino que también fortalezcan tu capacidad de recuperación y mejoren tu calidad de vida.
Este artículo es solo el comienzo. A lo largo de los próximos meses, publicaré una serie de artículos que profundizarán en cada una de las fases del ciclo de caídas, brindándote una guía completa y práctica para cuidar de tu salud y tu bienestar.
Referencias
Proximal hip fractures in 71,920 elderly patients: incidence, epidemiology, mortality and costs from a retrospective observational study. Marco V; Federico P; Elisabetta L; Giuseppe B. Oct 10, 2023. Más información
Interventions for preventing falls in older people living in the community. Lesley D G; M Clare R; William J G; Catherine S; Simon G; Lindy M C; Sarah E L. Sep 12, 2012. Más información.
Mortality and cause of death in hip fracture patients aged 65 or older – a population-based study. Jorma P; Harri P; Vielle M; Pekka J; Teri V; Pertti A; Sirkka-Liisa K. Sep 4, 2012. Más información
Mortality in older adults following a fragility fracture: real-world retrospective matched-cohort study in Ontario. Jacques P B; Jonathan D. A.; Emil S; Jean-Eric T; Vivien B; Alan B; Maureen R; Thiago O; Ponda M D;Natasha B; Lubomira S. Ene 23, 2021. Más información.
Exercise for preventing falls in older people living in the community. Catherine S; Nicola J F; Geraldine K W; Anne T; Zoe A M; Kirsten H; Lindy C; Sally H; Sarah E L. Ene 31, 2019. Más información.
Sobre el autor
Dani Puchades
Dani Puchades es un profesional especializado en longevidad y envejecimiento activo, centrado en diseñar programas de entrenamiento físico para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. A lo largo de su carrera, ha desarrollado métodos que promueven la independencia y el bienestar integral en la población senior, integrando ejercicio físico y hábitos saludables para fomentar un envejecimiento más activo y saludable.
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